
La historia de Fernanda Calderón es un testimonio de resiliencia, pasión y valentía. Desde los 16 años convivió con la epilepsia, una condición que la llevaba a episodios de ausencias repentinas que afectaban su memoria y su vida cotidiana. Sin embargo, esa misma vulnerabilidad abrió el camino a la actuación, donde participó en reconocidas producciones de televisión colombiana.
Su infancia estuvo marcada por el baile del San Juanero, que la llevó a coronarse Reina del Bambuco, y por la unión familiar, a pesar de la ausencia emocional de su padre. Más adelante, la enfermedad y las limitaciones no impidieron que desarrollara un espíritu emprendedor junto a su madre, creando negocios de galletas, tortas y babuchas, siempre con optimismo y creatividad.

El amor también tocó su puerta. Tras casarse y mudarse a Puerto Rico, tomó una de las decisiones más trascendentales: someterse a una cirugía para eliminar el foco epiléptico. La intervención logró su objetivo, pero un accidente cerebrovascular cambió radicalmente su vida: perdió movilidad en el lado derecho de su cuerpo, la memoria global y hasta la capacidad de nombrar objetos sencillos.
Lejos de rendirse, Fernanda inició un arduo proceso de rehabilitación física, cognitiva y emocional. Con disciplina, terapias diarias y el apoyo incondicional de su madre, logró reaprender a caminar, hablar, escribir y sonreír. En ese proceso también enfrentó la pérdida de su matrimonio y el duelo por su padre, pero encontró fuerza en su capacidad de reinventarse y en la gratitud por cada pequeño logro.

Hoy, Fernanda se reconoce como una mujer renovada, capaz de transformar la adversidad en inspiración. Su sonrisa, su pasión por la actuación y su fe en el presente son su sello. Con convicción afirma que todo es posible para quien cree, e invita a vivir intensamente, dejando huella en los demás.